Páginas

miércoles, 24 de junio de 2020

Del top de Romina Malaspina y otras cosas

La incorporación de Romina Malaspina al equipo de Canal 26 suscitó opiniones divididas. 
Tampoco es que la decisión haya desentonado con la elección de Sol Pérez como conductora de la misma señal. Sin embargo, lo que terminó por desatar la polémica fue el top que poco dejó a la imaginación que lució la joven compañera de Diego Codini.

En su Instagram, Malaspina es muy activa y deja ver que no le importa para nada lo que opinen de ella. Además, afirmó que sus colegas respetan sus decisiones de vestuario y la tratan como a una hija. 

Este episodio me resulta llamativo por varias razones: por un lado, muchos pusieron en duda su formación académica, que por lo que ella mismo aclaró, sólo estudió locución. 
Por otro, está la dicotomía entre si es apropiado el uso de esa ropa para conducir un programa de noticias que requiere cierta formalidad (por ejemplo, a la hora de hablar de los muertos por coronavirus), y la muy conocida frase de que "la mujer es libre de ponerse lo que quiere", por la que abogaron varios usuarios para defenderla en su red social. 
Así, entre todos se sacaron los ojos virtuales por un rato. 

Pero me quiero detener en esa última frase.

¿Somos libres de ponernos lo que queremos?

Desde muy chica recuerdo ir con mi mamá a la retacería de Burzaco en busca de la tela para mi próxima remera, buzo, vestido o pantalón. Si había algo parecido a la libertad de elección, era eso: decirle a mi mamá lo que quería y cómo lo quería. 
Sí, una genia Lidi, en dos minutos te hacía una campera de polar.

Sin embargo, ir a comprar ropa con ella no era tan divertido, (Perdón ma!). Cuando mirábamos las vidrieras se frustraba por lo caras que estaban prendas que no lo valían. La frase que más repetía era "esto es una cachada, mejor te lo coso yo".
Así que muchas (muchas) veces volvíamos sin comprar nada. 

Cuando llegó la época en la que todas mis compañeras del colegio empezaron a ir a bailar supongo que habré sido un poco el bicho raro, digo supongo, porque si así fue, nunca me enteré ni me afectó. La verdad es que jamás me pareció llamativo ir a un boliche. Se ve que tampoco me importaba mucho pertenecer, porque cuando contaban de sus hazañas de emborracharse, o de las cosas que hubieran preferido no hacer en ese estado, yo me sentía privilegiada de poder prescindir de esa clase de reconocimiento de grupo.

Menciono esto, porque cuando iba a comprar ropa en ese tiempo, había una sección de tops y polleras que claramente no usaría para estar en mi casa, o ir al super, o al cumpleaños de mi sobrinita. Me refiero a la sección de prendas minúsculas por las cuales piden precios irracionales. Pero como están vendiendo "libertad" y "diversión", las madres de esas adolescentes que quieren ser amigas de sus hijas lo pagan, y la nena se va feliz con la falda ajustada e incómoda que la hará pertenecer al mundo de luces de colores. 

Entonces... ¿cuánto de verdad tiene la expresión de que la mujer es libre de ponerse lo que quiere?

¿Es libre realmente? 

Si desde sus doce años aprende que para entrar a un boliche hay cierta vestimenta que tiene que usar, aunque sea invierno y se esté congelando, y le hacen creer que cuánto más muestre más dueña es de su cuerpo, es por lo menos, dudoso.

Yo que soy madre de dos nenas, les enseño que nadie tiene que ver ni tocar sus partes íntimas. Pero imagino que cuando sean grandes el mensaje que van a recibir de esta sociedad es que cuánto más revelen de sus cuerpos, más libertad van a aparentar. Porque parece que la mujer que no siente vergüenza de mostrar sus tetas o su cola tiene mayor autoestima. ¿Será así?  

No sé en que momento esa niña crece y se convierte en la mujer que cree que sus partes ya no son tan privadas, pero queda claro que las mujeres son bombardeadas constantemente con un mensaje machista disfrazado de revolución. 

Todos los días vemos a las mismas actrices e "influencers" que critican el lugar que ocupó la mujer en los medios por mucho tiempo perpetuar la cosificación de la mujer: todas en la misma pose prefabricada y semidesnudas. 

Si las revoluciones cambian los paradigmas...¿por qué siguen haciendo lo mismo? 

Lo único que cambiaron es el discurso: "ahora lo muestro porque soy súper fuerte". La verdad es que si fueran súper fuertes deberían mostrar sus ideas, no sus tetas. Porque sí, por mucho que se esfuercen en negarlo, saben que lo que sigue vendiendo es el sexo. Y de algo hay que vivir, ¿no?

Nuestras jóvenes necesitan saber que las batallas ideológicas se ganan con ideas no con pezones.

El exhibicionismo nunca fue sinónimo de libertad, por el contrario, cuando algo tiene mucho valor uno lo cuida y lo guarda de los ojos extraños. 

En conclusión, si la ropa  que elegimos es la que alguien antes eligió y decidió poner a la venta, no se cuán libres somos de vestirnos como queramos. Estamos eligiendo sobre la decisión de otro sobre lo que es usable y lo que no. 

Por otro lado, somos libres de vestirnos como nos plazca, pero tampoco hay que pecar de ingenuos. 

Así como no visitamos a un familiar enfermo en el hospital en bikini, o vamos a trabajar en pantuflas (salvo en pandemia y desde casa), nuestra vestimenta habla de quienes somos, y dentro de ese contexto, somos libres de pensar si lo que nos ponemos representa la forma en que queremos darnos a conocer.









domingo, 7 de junio de 2020

Ezequiel Morfi brindó un workshop sobre mezcla y mastering en Rosario


Ya lo dijo Fito, Rosario siempre estuvo cerca. Y si a eso se le agrega la pasión por el audio, puede ocurrir algo como lo que pasó el sábado 12 de octubre: el productor y conferencista Ezequiel Morfi dio un seminario “in the box”, sobre cómo abordar un multitrack comercial, utilizando solamente herramientas digitales gratuitas.

En sus palabras: “la idea del workshop, es poder tener una idea de cómo ecualizamos y de cómo comprimir con plug-ins freeware que no son muy conocidos”.

Morfi perteneció al equipo de Andrés Mayo por más de siete años y actualmente dirige Titanio, su propio estudio especializado en mezcla y mastering en Capital.

Gracias a la gestión de la Asociación Argentina de Técnicos de Ingenieros de Audio (AATIA), la jornada nucleó a aficionados, productores y técnicos que durante cuatro horas se capacitaron en el Estudio Magia Producciones.

-¿Qué define un buen mastering?

-Cuando el mastering es bueno, el resultado de ese trabajo debería transmitirse y llegar al oído entrenado, al oído no entrenado, a la escucha concentrada y a la escucha casual. Y esto, en total ausencia de la comparación con la mezcla. Si el mastering resuelve bien las cosas, es siempre consecuencia del trabajo previo de grabación y mezcla y va a haber algo más ahí para su disfrute. Un oído entrenado permite descubrir de que se trata, pero no necesariamente apreciarlo.

-¿Tenés tu propia definición de lo que es un mastering?

-Para ser un poco romántico, yo siempre digo que el fin del mastering es potenciar el impacto emocional. El trabajo está bien hecho cuando de lo que ingresa al estudio, que es la mezcla, el resultado es más emocionante.
El mastering, a través de sus tontos caminos de compresión y ecualización tiene que poder “mejorar” la obra, hacerla brillar más, para que transmita más y el discurso se transmita mejor, y entonces, emocione más.
Es como la frutilla de una torta, pero si en vez de una frutilla pongo una aceituna, toda la torta está arruinada, arruina toda la experiencia. Y es solo un 1% . Por el contrario, si esa torta estaba fantástica pero le faltaba una frutilla, y esa frutilla la ponés vos, esa torta se predispone mejor a ser comida.


-Es una disciplina que no todos saben de que se trata…

-El mastering tiene como esta cosa de medio misterioso. Los artistas suelen saber lo que significa grabar y mezclar, pero muchos que vienen al estudio, una minoría, dicen, “vengo acá porque me dijeron que tengo que masterizar, pero de verdad no sé que va a pasar”.

Los músicos no siempre tienen una idea realista de lo que verdad implica el mastering. Y es una de las prácticas que tiene que ver con la manufactura de un disco que es la menos poblada. Hay mucha mas gente que hace mezcla que no se anima a dedicarse al mastering.

-Hay una creencia de que lo analógico era mejor, ¿es así?

-Cuando alguien habla de las grabaciones analógicas piensan en el apogeo del audio analógico. Nos quedamos con la imagen de Maradona en el `86, y en ese momento el audio digital estaba de alguna manera en pañales. Seminarios como los que se vivieron hoy son para capacitar y para demostrar que la gente que trabaja día a día con audio digital no lo domina. Pasa los semáforos en rojo o come las verduras sin lavar porque no lo saben. No se murieron de casualidad. Hay muchas aristas del audio digital que son desconocidas por las masas.


Morfi en lo que va del año ya recorrió Ecuador, México, Estados Unidos, Perú, Chile, Uruguay, brindando diferentes charlas sobre su especialidad. Sin embargo, aunque conversar es algo que se la da muy fácilmente, el Licenciado en Composición en medios electroacústicos por la Universidad de Quilmes, prefiere los títulos que le otorgan las más de mil producciones discográficas en las que trabajó, con artistas de la talla de Charly García, Luis Alberto Spinetta, Mercedes Sosa, Chaqueño Palavecino, entre otros.


- ¿Cómo comenzás en el mundo del mastering?

- Entré por casualidad en este ambiente. A los 22 años estaba estudiando y un profesor nos habló de la Audio Engeneering Society (AES). Primero me metí como público, y con la avidez de integrarme un poco más, en 2004 quise participar como colaborador. En ese marco quien iba a ser mi futuro jefe (por Andrés Mayo), era una de las autoridades de AES y necesitaba un asistente. Entonces entablamos una relación de trabajo, y había una confianza.

-¿Ahí comienza tu carrera?

- Mi carrera empieza en el estudio de Andrés. Como todo adolescente tenía mi propia computadora, pero era un autodidacta, no había demasiados apuntes o libros para leer al respecto. Gracias a AES viví los primeros eventos de charlas presenciales, en donde conocí gente que me podía iluminar un poco más en esto del mundo del audio. Pero era super underground la enseñanza de estas cosas.

Hijo de un padre abogado y una madre socióloga, el técnico de 35 años cuenta que  “había un fuerte mandato familiar de ir a la universidad”. Agrega entre risas que “en ese momento había insinuado hacer un terciario de técnico en grabación y me lo revolearon por la cabeza”

- ¿Cómo fue tu paso por la universidad?

- La carrera rozaba mucho con cuestiones del audio y a mi me sedujo el hecho de ir a la universidad. Nunca pisé un conservatorio, mis estudios eran de profesores de guitarra y de sacar canciones de rock and roll, así que tenía ganas de pasar por la experiencia de profundizar los conocimientos. A la vez que iba a la universidad, hacía cursos terciarios en TECSON.

- ¿Es necesaria la formación académica para dedicarse a esto? ¿Cómo fue tu caso en particular?

-Pasar por la universidad me ayudó muchísimo, y no me cabe la menor duda que es necesario formarse. Lo que tiene la disciplina del audio, en general, es que a veces se encuentra en libros y ciertos artículos, es más difícil de hallar, y yo soy porfiado de un plan de cursada.
 No digo que el camino de autodidacta no vaya a dar buenos resultados, y no juzgaría a un técnico por eso, pero si alguien se está cuestionando sentarse a estudiar para aprender, creo que no hay ningún lugar a duda.
Si alguien me dijera que cree que sabe masterizar porque leyó un montón de libros no le daría crédito; al igual que si alguien me dijera que sabe masterizar porque tiene mucha experiencia, probablemente necesite comprobarlo de alguna forma, porque pudiste haberlo estado haciendo mal todo este tiempo.

-Volviendo a tus primeros años…qué trabajo fue el más significativo en tu paso por el estudio de Andrés Mayo?

-Uno tiende a pensar en los trabajos de los clientes más renombrados. Una figurita repetida en el estudio de Andrés era y es Pedro Aznar, y en esas sesiones yo podía admirar hacer el mastering de una mezcla impecable. Me acuerdo de escuchar y decir “qué va a hacer este tipo, porque realmente esto suena brutal. Cómo haces para mejorar esta puesta”. Y efectivamente Andrés lo lograba. Entonces, el hecho de ver el desempeño técnico en un escenario de alta exigencia es mucho más difícil. Porque es mucho más difícil masterizar una buena mezcla que una mala mezcla. Una frase misma de Andres era que “pasar del cuatro al siete es mucho más fácil que pasar del nueve al nueve cincuenta”.

-¿Te llevás algo más de los años allí?

-Sí, otra cosa que aprendí mucho es el trato con el cliente. Que sigo creyendo que es el 51 % del trabajo. Me acuerdo de esas situaciones en las que el cliente era exigente y la situación había que trabajarla. 
El asistente predispone un poco el estudio y ve todo desde una cierta óptica macroscópica, como un juez de tenis, tenía chance de observar todo. Siento que me formó no solo como técnico, en el sentido de las perillas, sino como profesional que puede lidiar con un trabajo. Cosa que siendo autodidacta, es muy difícil de lograrlo.

El ingeniero de audio integra la comisión directiva de AES Argentina desde 2004, y rememora que la palabra mastering, como una disciplina en sí, empieza localmente en el año 92: “Andrés Mayo ya estaba ofreciéndolo porque había visto que afuera era moneda corriente. Su futuro socio, Eduardo Bergallo por ser el monitorista de Soda Stereo, y Soda por trabajar en el disco Doble Vida con Carlos Alomar como productor, masterizó el disco en Los Angeles. Acá ya éramos bastante profesionales, pero una vez que vieron la diferencia con Signos y Nada Personal, nadie se imaginaba que al postre le faltaba esa frutilla”.

-En los últimos años el avance de la tecnología amplió las posibilidades del audio, en términos de quién puede y quien no. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

-Veo positivo que hoy en día cualquiera pueda coparse, explorar y hacerlo, no me parece que sea una cuestión sagrada y que solo los monjes tibetanos se puedan sentar a manipular una perilla. Me alegra de que haya entrado un poco en el común de la gente, y vivimos en un época en que los jóvenes usan photoshop, editan videos, hay muchas opciones al alcance, la homogeneización lo bueno que tiene, es que puede contagiar a cualquiera.


-¿Y la otra cara de la moneda?

-Yo que suelo ser cínico y crítico, el lado malo que le veo es que el acceso de todos a esto, como cualquier cosa, tiende a nivelar la calidad para abajo.
Nunca fui muy amigo de que solo unos pocos privilegiados puedan acceder a trabajar en un estudio solo por haber nacido en Buenos Aires o en Londres, solo porque en otros lugares no hay estudios. Ahora, en La Rioja puede haber un estudio en cada hogar en tanto haya una computadora. Me gusta que sea más accesible y que se le vaya un poco esta cosa “sacra”. Pero si es cierto que suele haber un diferencial fuerte en el tipo que se dedica a esto.

-¿Entonces?

-Del elitismo, al “todos somos todo” existe el peligro de nivelar para abajo, es decir, que cada vez haya más música pero que esa música sea mala. Que la música buena lo defina un sello discográfico que está pensando en vender tampoco me parece la solución, o el que tiene plata para pagarlo. Pero es difícil que seamos todos buenísimos en todo, en todo caso, este comentario yo pienso que tendría que servir para que uno se ubique en algún lugar y se especialice.

-¿Cómo está Argentina con respecto a países del primer mundo en ese sentido?

-En el primer mundo nos llevan ventaja: yo como técnico de grabación, o de mezcla y mastering de rockpop o música mainstream, trabajo con artistas que hacen géneros inventados por ellos, que se ejecutan con instrumentos inventados por ellos, y yo voy a emplear micrófonos, consolas y software inventados por ellos.

Tienen muchas más horas de vuelo. De la misma manera que yo no esperaría que un norteamericano pueda hacer un asado como un argentino, no sé si alguna vez lograremos la calidad de audio que ellos tienen, pienso que sí, quiero pensar que sí. Tengo respeto por eso.

Distinto es en la composición, o el registro de géneros autóctonos, porque vos podés mejorar el sonido de una orquesta de Tango, y tal vez un norteamericano no logre el mismo sonido que un argentino. Me parece un desafío interesante, hacer sonar un disco de rock como un disco norteamericano.

Desde 2015 es dueño de Titanio, ubicado en Caballito Norte: “El estudio nace casi por casualidad. Yo estaba dejando el estudio de Andrés porque había llegado mi momento, había un techo para mí, quería grabar y mezclar y como profesional yo ya era técnico de mastering.

-¿En qué estás trabajando actualmente en tu estudio?

-Actualmente estamos a punto de terminar una mezcla de una producción muy grande de un solista que se llama Hernán Boglione. Estamos en el medio de la grabación de una banda de rock sinfónico, la banda de Caren Bennet, una guitarrista muy querida. Hay muchas placas que pasan por el estudio para masterizar y muchos singles. Hace poco salió el disco de Panchito Villa, un artista muy fresco.

También estamos mezclando cosas para Uruguay, masterizando para Ecuador. Esperando el álbum de Los Dados, y acaba de salir una live sesión con una banda ecuatoriana que se llama Sura.

-¿Como te gusta trabajar?

-Me gusta trabajar con la gente en el estudio para conocerlos. No siempre se puede, pero no me gusta estar solo. Con los clientes es más excitante. Por supuesto que puede ser más difícil. La mayoría de los técnicos van a preferir no hacerlo, porque el cliente va a hablar u opinar.

-¿Puede surgir algún problema a la hora de masterizar?

-Se ha vuelto una disciplina más abarcadora: ruidos, disonancias o distorsiones que hace unos años hubieran significado que el técnico se diera vuelta y diga “tenés que volver atrás, esto no lo puedo resolver”, hoy en día se puede resolver, y es lo más engorroso.
Yo  no quiero pensar que hay un problema que pueda poner en jaque el mastering, es una instancia de mejorar el trabajo.

-Quienes son tus referentes

-Reconozco el sello o el sonido de algunos técnicos que me han interesado siempre. Acá en Argentina, puntualmente, Mariano López, técnico de Memphis La Blusera, de Spinetta, de Fito, Soda y sobre todas las cosas de una calidad técnica alucinante. Y afuera pasa lo mismo, Ted Jensen nunca me ha desilusionado, del cual tengo discos de diferentes artistas y géneros. El tipo sabe jugar contra cualquier equipo y salir ganando.
Y hay un técnico inglés, Mark “Spike” Stent, que realiza mezclas muy finas y muy correctas, pero con personalidad.
También me siento muy identificado con el estadounidense Jack Joseph Puig.

El técnico de pelos alborotados deja por su paso en Rosario la inquietud de involucrarse en las asociaciones que nuclean a los técnicos de audio. Es vice-chair del comité estudiantil de AES internacional y miembro de AATIA. Sobre esta última destaca que “es sobresaliente la labor que está haciendo por salirse de las márgenes de Capital, es importante la presencia de no porteños en los eventos”.

Su próximo vuelo es con destino a Nueva York a la conferencia de la AES, explica que no se pierde ninguna charla y que “a veces no es fácil ni barato pero es una inversión que vale la pena hacer”.

-¿Para vos que es ganar en el mundo de la música?

-Ganar en el mundo de la música es sentirse satisfecho, hacerle llegar al otro tus emociones, yo creo que cuando eso existe, cuando podes plasmar la obra como vos querés que se la viva, eso es tener éxito.

- ¿Y en el mundo del audio?

-Creo que es vivir de lo que te apasiona: yo de acústica de salas no se nada, (y tengo una sala); ni de sonido en vivo, o de audio 360, y lo digo casi regocijándome. Pero lo digo con la alegría de alguien que dijo “yo voy a ser chef”, pero chef de pastas, porque es lo que me gusta hacer a mí, así que nunca voy a hacer un asado, ni me interesa hacerlo bien. 
Es más, lo mío ni siquiera es la cocina... es la cocina de pastas.

jueves, 4 de junio de 2020

Memorias

Foto que saqué hace 10 año de una casa de Adrogué
Uno es de los lugares donde creció
y de todos esos, sobretodo donde vivió
las tardes caminando al centro de Adrogué
siempre por las mismas calles
siempre el mismo paisaje
pisando las hojas que caían de los árboles
y el sol de otoño calentando mi piel
los domingos comiendo los ravioles de la abuela
y las mesas largas como el hilo de un cometa.
que algunos vuelan antes
y dejan en el alma una estela.
Las tardes tirando las cartas sobre la mesa
sin saber que la vida nos tomaría por sorpresa
que las rosas del jardín de adelante
también mueren, no sin esparcir su aroma antes.
Que el galpón con herramientas, que el polvo y el aserrín
que la sonrisa directa
que todo vuelve a la tierra
menos los recuerdos que le robamos al tiempo
que siempre brota una nueva flor
que el abrazo sincero, se queda en el cuerpo.
y no valía tanto la pena jugar a encontrar las diferencias
era mejor si con nuestros nombres hacíamos una sopa de letras
que aun nos quedan las memorias
que son solo nuestras
que aun las paredes no hablan
pero de seguro contestan
y que aunque las aguas estén de por medio
siempre habrá un barco que nos lleve a tierra.


En venta, pero no

Local en Villa Arcadia
A veces el mundo funciona un poco así, ¿no? Como en la foto que saqué un día de vacaciones con mis papás y no pude más que reírme a carcajadas, porque ese cartel es todo lo parajódico que puede existir en una sola frase: La mercadería no se encuentra a la venta.
Pienso que la gran vidriera virtual hoy en día son las redes sociales, el podio sin duda lo ocupa Instagram. En estas "estanterías" todo se expone,  pero en realidad nada de lo que consumimos es tangible.
Antes, el álbum familiar era para los amigos, para los que visitaban nuestra casa y le abríamos la puerta a nuestra intimidad. Casi siempre se filtraba alguna foto de bebé en pocas ropas que desataba risas.
Hoy nos acostumbramos y normalizamos la exposición constante. Aún cuando nuestras cuentas no sean así o sean privadas, es casi inevitable espiar la vida de los famosos y sus casas lujosas, las actrices y sus tutoriales con maquillajes que cuestan un riñón, y la lista podría seguir.
Pero nada de todo eso está a la venta realmente: no podemos comprar la felicidad ajena, el talento ajeno, la casa ajena, no podemos tocar nada de eso.
Y para ser sinceros, a veces ni siquiera podemos comprar una sola cosa de todo lo que vemos en las tiendas online, pero ahí estamos, consumiendo todo lo que no podemos obtener.
Al final del día, cuando sacamos conclusiones de lo que ganamos realmente del tiempo invertido en las redes, podría decirse que a veces es nada, o nada que recordemos en su totalidad.
Porque este mercado fragmenta y acota, y funciona en tanto exista el deseo nunca cumplido: por comprar, por saber lo que hace o tiene el otro y el de ser también mostrables y anhelables.
Lo que se vende es, pura y exclusivamente, deseo.
Y la compra se efectúa cuando coloreamos el corazoncito con el dedo o aprobamos al otro con el pulgar arriba.

No creo que podamos cambiar esta nueva realidad, ni siquiera escapar del todo.
Coexistimos con contenido a nuestra disposición a la distancia de un click. Pero ese contenido a veces simplemente no llena y podríamos tranquilamente prescindir de él.
Seguramente (y es algo que en lo personal trato de hacer, a veces sin mucho resultado) debamos controlar cuánto tiempo pasamos parados frente a esta vidriera, que lamentablemente no tiene ningún cartel de advertencia como el de la foto.
Y preguntarnos: las cuentas que seguimos... ¿nos generan algo bueno o nos generan insatisfacción? ¿nos aportan algo productivo?
Seguramente hay más cuestionamientos para hacerse, pero este sería un buen punto de partida.

Miles Davis: el nacimiento de lo cool

Si existió un músico que supo adaptarse a los cambios, ese, fue Miles Davis.
El documental que sacó Netflix llamado “The Birth of Cool”, narra la historia del gran trompetista.
Un poco antisocial, de gran presencia, abusivo con las drogas por etapas, pero nunca mirando para atrás, siempre resucitando para sorprender una vez más con su metal dorado en la mano.
Kind of Blue (1959) es recordado como el disco de jazz de mayor venta y que lo lanzaría a la fama. "Una especie de tristeza" sería su traducción, presagio, tal vez, para este músico camaleónico que siempre tuvo una lucha con su lado oscuro.
Fue en 1969 que entendió que para seguir siendo actual tenía que adaptarse a la moda musical, y entonces comenzó la fusión: con el rock, con la música india, española, eléctronica. No había límites.
Su hijo Erin cuenta en el documental que Davis no tenía sus discos viejos en su departamento. De hecho, ¡le molestaba escucharlos! Quería concentrarse solo en las cosas en las que estaba trabajando.
Me quedé pensando en el hombre de la sordina de acero Harmon, en su sonido dulce e instrospectivo, en como siempre se rodeaba de jóvenes talentosos para empaparse de lo nuevo.
Si Miles Davis se hubiera aferrado a su gloria de Kind of Blue..¿habría muerto allí la leyenda?
Tal vez no lo habríamos visto en concierto con Prince, usando distorsión, esbozando el patrón para el hip hop y el house a principios de los '70, o como artista invitado de Quincy Jones en el '91, poco antes de que un acv se llevara la mente de uno de los compositores más prolíficos del jazz a sus 65 años.
Si no hubiera estado vacío de lo antiguo, seguramente no habría tenido lugar para la creatividad que lo hizo un ícono de la segunda mitad del siglo XX.