El tren se ancla en la dársena y la gente empieza a bajar como hormigas gigantes. Solo hay pies, uno sobre el otro, espaldas que chocan de costado y encojen el hombro ajeno. Lucía se abre paso entre el matorral de cuerpos y, rompiendo toda ley física, logra penetrar el tumulto y sentarse. Encuentra su oasis apoyando la cabeza contra la ventanilla, agarra fuerte su mochila y cierra los ojos un rato para descansar los recuerdos del día. Empieza a enumerar en su mente todas las cosas que tiene que hacer cuando llegue a su casa mientras afloja los pies dentro de las zapatillas. Al lado se sienta un chico que llama su atención. Tiene el pelo revuelto y las piernas largas, sobre ellas unos apuntes muy subrayados y de sus auriculares sale un murmullo que Lucía puede identificar fácilmente. A ella también le gusta Green Day. El la mira de reojo, o eso siente ella. Disimula que mira hacia atrás como buscando a alguien para comprobar lo que ya sospecha. Es lindo. Según su subjetivo punto de vista, todo lo desalineado en sus cabellos se convierte en un embrollo que traspasa su corazón casi adulto. Algo le recordó que su atracción por el desorden era algo que debía evitar a toda costa. Bajo ningún punto de vista iba a dejar que...
miércoles, 1 de noviembre de 2023
El tren se ancla en la dársena y la gente empieza a bajar como hormigas gigantes. Solo hay pies, uno sobre el otro, espaldas que chocan de costado y encojen el hombro ajeno. Lucía se abre paso entre el matorral de cuerpos y, rompiendo toda ley física, logra penetrar el tumulto y sentarse. Encuentra su oasis apoyando la cabeza contra la ventanilla, agarra fuerte su mochila y cierra los ojos un rato para descansar los recuerdos del día. Empieza a enumerar en su mente todas las cosas que tiene que hacer cuando llegue a su casa mientras afloja los pies dentro de las zapatillas. Al lado se sienta un chico que llama su atención. Tiene el pelo revuelto y las piernas largas, sobre ellas unos apuntes muy subrayados y de sus auriculares sale un murmullo que Lucía puede identificar fácilmente. A ella también le gusta Green Day. El la mira de reojo, o eso siente ella. Disimula que mira hacia atrás como buscando a alguien para comprobar lo que ya sospecha. Es lindo. Según su subjetivo punto de vista, todo lo desalineado en sus cabellos se convierte en un embrollo que traspasa su corazón casi adulto. Algo le recordó que su atracción por el desorden era algo que debía evitar a toda costa. Bajo ningún punto de vista iba a dejar que...
Para mi hija
Me sonreís con una inocencia infinita, y yo quiero meterme en ese mundo perfecto que es el tuyo, del que sin querer soy parte, una invitada ocasional que de tanto en tanto abre la puerta de tu cielo lleno de colores, aventuras y fantasías, para después volver a la realidad y darme cuenta de cuan privilegiada soy de tenerte, para que me enseñes todo lo que olvidé, creciendo.
Viaje
Quiero gritar
como si me salieran cien bocas de adentro,
que la lluvia me riegue la garganta seca
y que me nazca una flor en el pecho.
Quiero gritar sin miedo
a que me escuche mi vecino interno
o que me juzgue mi alterego,
el espectáculo seria sin dudas un éxito,
un nacer de nuevo.
Quiero gritar por dentro
como si me crecieran alas de acero,
y brillaría en el cielo en un vuelo etéreo.
El caos es parte del centro
de la entropía del universo.
Y creo mundos
y creo tiempo
y creo
y siento
y grito
y muero
vuelo en un viaje entre el la tierra y el cielo.
No fluyo en el aire,
me materializo en esto
la gravedad me invade.
Será que siempre será así:
un ciclo de giros entre lo que tengo y lo que anhelo.
Será que es parte de la esencia,
evaporarse por momentos
ser cenizas y recuerdos,
ser parte de lo efímero y de lo eterno.
Dejo mi estela grabada en tu pecho
y mis semillas cayendo en tu suelo,
dejo mi voz como espina
y un camino lleno de manzanillas.
Dejo mi sonrisa volando en el aire
para que la atrape el viento y la lleve a cualquier parte.
y creo mundos
y creo tiempo
y grito y muero.
Estoy en un viaje eterno entre la tierra y el cielo.
jueves, 8 de junio de 2023
De eso no se habla
Sobre inclusión y acoso escolar.
Por Verónica Del Vecchio
———
Es increíble que hoy en día haya tanta parafernalia alrededor de discutir si un niño es niña, Niño o Niñe, y sean miles los chicos que vuelven a su casa después de pasar cinco, seis, ocho horas dentro de una escuela, donde hablar de bullying y acoso escolar es decir lo innombrable.
No se llama por su nombre a la burla, “son cosas de chicos”.
No se problematiza la exclusión al que es más tranquilo y no se defiende. La respuesta es “no les des bolilla”.
No se pone sobre la mesa los “gorda, cara de mono, cuatro ojos”, y la lista podría seguir como así también la crueldad.
Porque de eso no se habla, y si de eso no se habla, eso no existe.
Porque la escuela a veces se convierte en una cuadrilátero donde el público mudo son los docentes atados de manos para imponer alguna consecuencia, y los compañeros que callan por temor a ser la próxima víctima.
¡Ay pero no será mucho! Los niños no son crueles….
El dolor que siente un niño, venga de quien venga, es un acto de crueldad que necesita ser corregido.
No podemos despertarnos un día y alarmarnos porque un niño empezó con problemas de ansiedad, otro se quitó la vida y otro sufre anorexia sin primero escandalizarnos ante la burla. Sí, la burla inofensiva. ¿Es inofensiva?
Los papás ausentes que depositan a sus hijos para que la escuela los eduque y se lavan las manos descansando en el Estado.
Y es que para el Estado hablar de inclusión hoy se reduce a una brecha entre niños y niñas.
Los niños deben dudar de todo lo que les han dicho que significa ser hombre y las niñas deben levantar su fuerza femenina en pie de guerra.
La inclusión se come la diversidad con su E qué no resuelve nada y lo único que hace es unificar bajo una doctrina totalitaria que no da respuesta ante lo urgente y lo importante.
Los papás que cuestionan son rebeldes, y hay que callarlos como sea.
Los niños sensibles son estigmatizados de inadaptados. Los niños que sufren son revictimizados cada vez que su voz es ignorada; Cada vez que no hay sentimiento de justicia para un niño y una luz se apaga en él.
No nos asombremos entonces de vivir en un mundo cada vez más oscuro.
Es tiempo de mantener la luz encendida.
Y los ojos bien abiertos.
miércoles, 11 de enero de 2023
Cuando Vaya
miércoles, 24 de junio de 2020
Del top de Romina Malaspina y otras cosas
domingo, 7 de junio de 2020
Ezequiel Morfi brindó un workshop sobre mezcla y mastering en Rosario
jueves, 4 de junio de 2020
Memorias
Foto que saqué hace 10 año de una casa de Adrogué |
y de todos esos, sobretodo donde vivió
las tardes caminando al centro de Adrogué
siempre por las mismas calles
siempre el mismo paisaje
pisando las hojas que caían de los árboles
y el sol de otoño calentando mi piel
los domingos comiendo los ravioles de la abuela
y las mesas largas como el hilo de un cometa.
que algunos vuelan antes
y dejan en el alma una estela.
Las tardes tirando las cartas sobre la mesa
sin saber que la vida nos tomaría por sorpresa
que las rosas del jardín de adelante
también mueren, no sin esparcir su aroma antes.
Que el galpón con herramientas, que el polvo y el aserrín
que la sonrisa directa
que todo vuelve a la tierra
menos los recuerdos que le robamos al tiempo
que siempre brota una nueva flor
que el abrazo sincero, se queda en el cuerpo.
y no valía tanto la pena jugar a encontrar las diferencias
era mejor si con nuestros nombres hacíamos una sopa de letras
que aun nos quedan las memorias
que son solo nuestras
que aun las paredes no hablan
pero de seguro contestan
y que aunque las aguas estén de por medio
siempre habrá un barco que nos lleve a tierra.
En venta, pero no
Local en Villa Arcadia |
Pienso que la gran vidriera virtual hoy en día son las redes sociales, el podio sin duda lo ocupa Instagram. En estas "estanterías" todo se expone, pero en realidad nada de lo que consumimos es tangible.
Antes, el álbum familiar era para los amigos, para los que visitaban nuestra casa y le abríamos la puerta a nuestra intimidad. Casi siempre se filtraba alguna foto de bebé en pocas ropas que desataba risas.
Hoy nos acostumbramos y normalizamos la exposición constante. Aún cuando nuestras cuentas no sean así o sean privadas, es casi inevitable espiar la vida de los famosos y sus casas lujosas, las actrices y sus tutoriales con maquillajes que cuestan un riñón, y la lista podría seguir.
Pero nada de todo eso está a la venta realmente: no podemos comprar la felicidad ajena, el talento ajeno, la casa ajena, no podemos tocar nada de eso.
Y para ser sinceros, a veces ni siquiera podemos comprar una sola cosa de todo lo que vemos en las tiendas online, pero ahí estamos, consumiendo todo lo que no podemos obtener.
Al final del día, cuando sacamos conclusiones de lo que ganamos realmente del tiempo invertido en las redes, podría decirse que a veces es nada, o nada que recordemos en su totalidad.
Porque este mercado fragmenta y acota, y funciona en tanto exista el deseo nunca cumplido: por comprar, por saber lo que hace o tiene el otro y el de ser también mostrables y anhelables.
Lo que se vende es, pura y exclusivamente, deseo.
Y la compra se efectúa cuando coloreamos el corazoncito con el dedo o aprobamos al otro con el pulgar arriba.
No creo que podamos cambiar esta nueva realidad, ni siquiera escapar del todo.
Coexistimos con contenido a nuestra disposición a la distancia de un click. Pero ese contenido a veces simplemente no llena y podríamos tranquilamente prescindir de él.
Seguramente (y es algo que en lo personal trato de hacer, a veces sin mucho resultado) debamos controlar cuánto tiempo pasamos parados frente a esta vidriera, que lamentablemente no tiene ningún cartel de advertencia como el de la foto.
Y preguntarnos: las cuentas que seguimos... ¿nos generan algo bueno o nos generan insatisfacción? ¿nos aportan algo productivo?
Seguramente hay más cuestionamientos para hacerse, pero este sería un buen punto de partida.
Miles Davis: el nacimiento de lo cool
El documental que sacó Netflix llamado “The Birth of Cool”, narra la historia del gran trompetista.
Un poco antisocial, de gran presencia, abusivo con las drogas por etapas, pero nunca mirando para atrás, siempre resucitando para sorprender una vez más con su metal dorado en la mano.
Kind of Blue (1959) es recordado como el disco de jazz de mayor venta y que lo lanzaría a la fama. "Una especie de tristeza" sería su traducción, presagio, tal vez, para este músico camaleónico que siempre tuvo una lucha con su lado oscuro.
Fue en 1969 que entendió que para seguir siendo actual tenía que adaptarse a la moda musical, y entonces comenzó la fusión: con el rock, con la música india, española, eléctronica. No había límites.
Su hijo Erin cuenta en el documental que Davis no tenía sus discos viejos en su departamento. De hecho, ¡le molestaba escucharlos! Quería concentrarse solo en las cosas en las que estaba trabajando.
Me quedé pensando en el hombre de la sordina de acero Harmon, en su sonido dulce e instrospectivo, en como siempre se rodeaba de jóvenes talentosos para empaparse de lo nuevo.
Si Miles Davis se hubiera aferrado a su gloria de Kind of Blue..¿habría muerto allí la leyenda?
Tal vez no lo habríamos visto en concierto con Prince, usando distorsión, esbozando el patrón para el hip hop y el house a principios de los '70, o como artista invitado de Quincy Jones en el '91, poco antes de que un acv se llevara la mente de uno de los compositores más prolíficos del jazz a sus 65 años.
Si no hubiera estado vacío de lo antiguo, seguramente no habría tenido lugar para la creatividad que lo hizo un ícono de la segunda mitad del siglo XX.