Ya lo dijo Fito, Rosario siempre estuvo cerca. Y si a eso se le agrega la pasión por el audio, puede ocurrir algo como lo que
pasó el sábado 12 de octubre: el productor y conferencista Ezequiel Morfi dio
un seminario “in the box”, sobre cómo abordar un multitrack comercial,
utilizando solamente herramientas digitales gratuitas.
En sus palabras: “la idea del
workshop, es poder tener una idea de cómo ecualizamos y de cómo comprimir con plug-ins
freeware que no son muy conocidos”.
Morfi perteneció al equipo de Andrés Mayo por
más de siete años y actualmente dirige Titanio, su propio estudio especializado
en mezcla y mastering en Capital.
Gracias a la gestión de la
Asociación Argentina de Técnicos de Ingenieros de Audio (AATIA), la jornada
nucleó a aficionados, productores y técnicos que durante cuatro horas se capacitaron
en el Estudio Magia Producciones.
-¿Qué define
un buen mastering?
-Cuando el mastering es bueno, el resultado de ese
trabajo debería transmitirse y llegar al oído entrenado, al oído no entrenado,
a la escucha concentrada y a la escucha casual. Y esto, en total ausencia de la
comparación con la mezcla. Si el mastering resuelve bien las cosas, es siempre
consecuencia del trabajo previo de grabación y mezcla y va a haber algo más ahí
para su disfrute. Un oído entrenado permite descubrir de que se trata, pero no
necesariamente apreciarlo.
-¿Tenés tu
propia definición de lo que es un mastering?
-Para ser un poco romántico, yo siempre digo que el fin
del mastering es potenciar el impacto emocional. El trabajo está bien hecho
cuando de lo que ingresa al estudio, que es la mezcla, el resultado es más
emocionante.
El mastering, a través de sus tontos caminos de
compresión y ecualización tiene que poder “mejorar” la obra, hacerla brillar
más, para que transmita más y el discurso se transmita mejor, y entonces, emocione
más.
Es como la frutilla de una torta, pero si en vez de una
frutilla pongo una aceituna, toda la torta está arruinada, arruina toda la
experiencia. Y es solo un 1% . Por el contrario, si esa torta estaba fantástica
pero le faltaba una frutilla, y esa frutilla la ponés vos, esa torta se
predispone mejor a ser comida.
-Es una
disciplina que no todos saben de que se trata…
-El mastering tiene
como esta cosa de medio misterioso. Los artistas suelen saber lo que significa
grabar y mezclar, pero muchos que vienen al estudio, una minoría, dicen, “vengo
acá porque me dijeron que tengo que masterizar, pero de verdad no sé que va a
pasar”.
Los músicos no
siempre tienen una idea realista de lo que verdad implica el mastering. Y es
una de las prácticas que tiene que ver con la manufactura de un disco que es la
menos poblada. Hay mucha mas gente que hace mezcla que no se anima a dedicarse
al mastering.
-Hay una creencia de que lo analógico era mejor, ¿es así?
-Cuando
alguien habla de las grabaciones analógicas piensan en el apogeo del audio
analógico. Nos quedamos con la imagen de Maradona en el `86, y en ese momento el
audio digital estaba de alguna manera en pañales. Seminarios como los que se
vivieron hoy son para capacitar y para demostrar que la gente que trabaja día a
día con audio digital no lo domina. Pasa los semáforos en rojo o come las
verduras sin lavar porque no lo saben. No se murieron de casualidad. Hay muchas
aristas del audio digital que son desconocidas por las masas.
Morfi en lo que va del año ya recorrió Ecuador, México,
Estados Unidos, Perú, Chile, Uruguay, brindando diferentes charlas sobre su
especialidad. Sin embargo, aunque conversar es algo que se la da muy
fácilmente, el Licenciado en Composición en medios electroacústicos por la
Universidad de Quilmes, prefiere los títulos que le otorgan las más de mil
producciones discográficas en las que trabajó, con artistas de la talla de
Charly García, Luis Alberto Spinetta, Mercedes Sosa, Chaqueño Palavecino, entre
otros.
- ¿Cómo
comenzás en el mundo del mastering?
- Entré por casualidad en este ambiente. A los 22 años estaba
estudiando y un profesor nos habló de la Audio Engeneering Society (AES).
Primero me metí como público, y con la avidez de integrarme un poco más, en
2004 quise participar como colaborador. En ese marco quien iba a ser mi futuro
jefe (por Andrés Mayo), era una de las autoridades de AES y necesitaba un
asistente. Entonces entablamos una relación de trabajo, y había una confianza.
-¿Ahí
comienza tu carrera?
- Mi carrera empieza en el estudio de Andrés. Como todo
adolescente tenía mi propia computadora, pero era un autodidacta, no había
demasiados apuntes o libros para leer al respecto. Gracias a AES viví los
primeros eventos de charlas presenciales, en donde conocí gente que me podía
iluminar un poco más en esto del mundo del audio. Pero era super underground la
enseñanza de estas cosas.
Hijo de un
padre abogado y una madre socióloga, el técnico de 35 años cuenta que “había un fuerte mandato familiar de ir a la
universidad”. Agrega entre risas que “en ese momento había insinuado hacer un
terciario de técnico en grabación y me lo revolearon por la cabeza”
- ¿Cómo
fue tu paso por la universidad?
- La carrera rozaba mucho con cuestiones del audio y a mi me
sedujo el hecho de ir a la universidad. Nunca pisé un conservatorio, mis
estudios eran de profesores de guitarra y de sacar canciones de rock and roll,
así que tenía ganas de pasar por la experiencia de profundizar los
conocimientos. A la vez que iba a la universidad, hacía cursos terciarios en
TECSON.
- ¿Es necesaria la formación académica para dedicarse a
esto? ¿Cómo fue tu caso en particular?
-Pasar por la universidad me
ayudó muchísimo, y no me cabe la menor duda que es necesario formarse. Lo que
tiene la disciplina del audio, en general, es que a veces se encuentra en libros
y ciertos artículos, es más difícil de hallar, y yo soy porfiado de un plan de
cursada.
No digo que el camino de autodidacta no vaya a
dar buenos resultados, y no juzgaría a un técnico por eso, pero si alguien se
está cuestionando sentarse a estudiar para aprender, creo que no hay ningún
lugar a duda.
Si alguien me dijera que cree
que sabe masterizar porque leyó un montón de libros no le daría crédito; al
igual que si alguien me dijera que sabe masterizar porque tiene mucha
experiencia, probablemente necesite comprobarlo de alguna forma, porque pudiste
haberlo estado haciendo mal todo este tiempo.
-Volviendo
a tus primeros años…qué trabajo fue el más significativo en tu paso por el estudio
de Andrés Mayo?
-Uno tiende a pensar en los trabajos de los clientes más
renombrados. Una figurita repetida en el estudio de Andrés era y es Pedro Aznar,
y en esas sesiones yo podía admirar hacer el mastering de una mezcla impecable.
Me acuerdo de escuchar y decir “qué va a hacer este tipo, porque realmente esto
suena brutal. Cómo haces para mejorar esta puesta”. Y efectivamente Andrés lo
lograba. Entonces, el hecho de ver el desempeño técnico en un escenario de alta
exigencia es mucho más difícil. Porque es mucho más difícil masterizar una buena
mezcla que una mala mezcla. Una frase misma de Andres era que “pasar del cuatro
al siete es mucho más fácil que pasar del nueve al nueve cincuenta”.
-¿Te
llevás algo más de los años allí?
-Sí, otra cosa que aprendí mucho es el trato con el cliente. Que
sigo creyendo que es el 51 % del trabajo. Me acuerdo de esas situaciones en las
que el cliente era exigente y la situación había que trabajarla.
El asistente
predispone un poco el estudio y ve todo desde una cierta óptica macroscópica,
como un juez de tenis, tenía chance de observar todo. Siento que me formó no
solo como técnico, en el sentido de las perillas, sino como profesional que puede
lidiar con un trabajo. Cosa que siendo autodidacta, es muy difícil de lograrlo.
El ingeniero de audio integra la comisión directiva de
AES Argentina desde 2004, y rememora que la palabra mastering, como una
disciplina en sí, empieza localmente en el año 92: “Andrés Mayo ya estaba
ofreciéndolo porque había visto que afuera era moneda corriente. Su futuro
socio, Eduardo Bergallo por ser el monitorista de Soda Stereo, y Soda por trabajar
en el disco Doble Vida con Carlos Alomar como productor, masterizó el disco en
Los Angeles. Acá ya éramos bastante profesionales, pero una vez que vieron la
diferencia con Signos y Nada Personal, nadie se imaginaba que al postre le
faltaba esa frutilla”.
-En los últimos años el avance de la tecnología amplió
las posibilidades del audio, en términos de quién puede y quien no. ¿Cuál es tu
opinión al respecto?
-Veo positivo que hoy en día
cualquiera pueda coparse, explorar y hacerlo, no me parece que sea una cuestión
sagrada y que solo los monjes tibetanos se puedan sentar a manipular una
perilla. Me alegra de que haya entrado un poco en el común de la gente, y
vivimos en un época en que los jóvenes usan photoshop, editan videos, hay
muchas opciones al alcance, la homogeneización lo bueno que tiene, es que puede
contagiar a cualquiera.
-¿Y la otra cara de la moneda?
-Yo que suelo ser cínico y crítico,
el lado malo que le veo es que el acceso de todos a esto, como cualquier cosa,
tiende a nivelar la calidad para abajo.
Nunca fui muy amigo de que solo
unos pocos privilegiados puedan acceder a trabajar en un estudio solo por haber
nacido en Buenos Aires o en Londres, solo porque en otros lugares no hay
estudios. Ahora, en La Rioja puede haber un estudio en cada hogar en tanto haya
una computadora. Me gusta que sea más accesible y que se le vaya un poco esta
cosa “sacra”. Pero si es cierto que suele haber un diferencial fuerte en el
tipo que se dedica a esto.
-¿Entonces?
-Del elitismo, al “todos somos
todo” existe el peligro de nivelar para abajo, es decir, que cada vez haya más
música pero que esa música sea mala. Que la música buena lo defina un sello
discográfico que está pensando en vender tampoco me parece la solución, o el
que tiene plata para pagarlo. Pero es difícil que seamos todos buenísimos en
todo, en todo caso, este comentario yo pienso que tendría que servir para que
uno se ubique en algún lugar y se especialice.
-¿Cómo está Argentina con respecto a países del primer
mundo en ese sentido?
-En el primer mundo nos llevan ventaja: yo como técnico de
grabación, o de mezcla y mastering de rockpop o música mainstream, trabajo con
artistas que hacen géneros inventados por ellos, que se ejecutan con
instrumentos inventados por ellos, y yo voy a emplear micrófonos, consolas y
software inventados por ellos.
Tienen muchas más horas de
vuelo. De la misma manera que yo no esperaría que un norteamericano pueda hacer
un asado como un argentino, no sé si alguna vez lograremos la calidad de audio
que ellos tienen, pienso que sí, quiero pensar que sí. Tengo respeto por eso.
Distinto es en la composición,
o el registro de géneros autóctonos, porque vos podés mejorar el sonido de una
orquesta de Tango, y tal vez un norteamericano no logre el mismo sonido que un
argentino. Me parece un desafío interesante, hacer sonar un disco de rock como
un disco norteamericano.
Desde 2015 es dueño de Titanio, ubicado en Caballito
Norte: “El estudio nace casi por
casualidad. Yo estaba dejando el estudio de Andrés porque había llegado mi
momento, había un techo para mí, quería grabar y mezclar y como profesional yo
ya era técnico de mastering.
-¿En qué estás trabajando actualmente en tu estudio?
-Actualmente estamos a punto de
terminar una mezcla de una producción muy grande de un solista que se llama Hernán
Boglione. Estamos en el medio de la grabación de una banda de rock sinfónico,
la banda de Caren Bennet, una guitarrista muy querida. Hay muchas placas que
pasan por el estudio para masterizar y muchos singles. Hace poco salió el disco
de Panchito Villa, un artista muy fresco.
También estamos mezclando cosas
para Uruguay, masterizando para Ecuador. Esperando el álbum de Los Dados, y
acaba de salir una live sesión con una banda ecuatoriana que se llama Sura.
-¿Como te gusta trabajar?
-Me gusta trabajar con la gente
en el estudio para conocerlos. No siempre se puede, pero no me gusta estar solo.
Con los clientes es más excitante. Por supuesto que puede ser más difícil. La
mayoría de los técnicos van a preferir no hacerlo, porque el cliente va a
hablar u opinar.
-¿Puede surgir algún problema a la hora de masterizar?
-Se ha vuelto una disciplina más
abarcadora: ruidos, disonancias o distorsiones que hace unos años hubieran
significado que el técnico se diera vuelta y diga “tenés que volver atrás, esto
no lo puedo resolver”, hoy en día se puede resolver, y es lo más engorroso.
Yo no quiero pensar que hay un problema que
pueda poner en jaque el mastering, es una instancia de mejorar el trabajo.
-Quienes son tus referentes
-Reconozco el sello o el sonido
de algunos técnicos que me han interesado siempre. Acá en Argentina,
puntualmente, Mariano López, técnico de Memphis La Blusera, de Spinetta, de
Fito, Soda y sobre todas las cosas de una calidad técnica alucinante. Y afuera
pasa lo mismo, Ted Jensen nunca me ha
desilusionado, del cual tengo discos de diferentes artistas y géneros. El tipo
sabe jugar contra cualquier equipo y salir ganando.
Y hay un técnico inglés, Mark
“Spike” Stent, que realiza mezclas muy finas y muy correctas, pero con
personalidad.
También me siento muy
identificado con el estadounidense Jack Joseph Puig.
El técnico de pelos alborotados deja por su paso en
Rosario la inquietud de involucrarse en las asociaciones que nuclean a los técnicos
de audio. Es vice-chair del comité estudiantil de AES internacional y miembro
de AATIA. Sobre esta última destaca que “es sobresaliente la labor que está
haciendo por salirse de las márgenes de Capital, es importante la presencia de
no porteños en los eventos”.
Su próximo vuelo es con destino a Nueva York a la
conferencia de la AES, explica que no se pierde ninguna charla y que “a veces no es fácil ni barato pero es una inversión que
vale la pena hacer”.
-¿Para vos que es ganar en el mundo de la música?
-Ganar en
el mundo de la música es sentirse satisfecho, hacerle llegar al otro tus
emociones, yo creo que cuando eso existe, cuando podes plasmar la obra como vos
querés que se la viva, eso es tener éxito.
- ¿Y en el mundo del audio?
-Creo que es vivir de lo que te
apasiona: yo de acústica de salas no se nada, (y tengo una sala); ni de sonido en
vivo, o de audio 360, y lo digo casi regocijándome. Pero lo digo con la alegría
de alguien que dijo “yo voy a ser chef”, pero chef de pastas, porque es lo que
me gusta hacer a mí, así que nunca voy a hacer un asado, ni me interesa hacerlo
bien.
Es más, lo mío ni siquiera es la cocina... es la cocina de pastas.