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sábado, 15 de diciembre de 2012

Son sus ojos, son los tuyos


Sopla el viento y no llega.
No alcanza,
para apagar el fuego de las velas,
porque se cumplen años,
y las puertas no se abren.
Caen unos, caen otros.
Otros miran. Se deleitan.
Los ojos ven negro,
las telas se manchan, en los telos.
Los telones se cierran
y el espectáculo se encubre.
Las manos pequeñas,
las lágrimas del mar de la inocencia,
que navegan en ojos tristes.
Risas, insoportables.
Canciones de cuna que se
pierden en la tierra,
la misma que adormece nuestros sentidos.
El símbolo intercambiable,
por el que se vende carne humana.
El canibalismo y el disfraz para esta gran fiesta,
el rito donde la sangre se tiñe de blanco.
Porque solo algunos son los protagonistas,
de la tragedia,
de la muerte del alma.
Porque no sentimos.
Lo mismo.





Justicia por Marita Verón. 
Justicia por todas las víctimas de la trata de personas. 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Causas Armadas en Argentina, parte 2


Entrevista con Alejandro Bordón

Las heridas que te quedan son las del alma


De la boca del subte de Avenida de Mayo sale un hombre vestido con campera beige y jeans. Las fotos que circulan en internet de Alejandro Bordón muestran a un hombre con el pelo morocho, con su carnet de trabajador de aeroparque sonriendo delante de un avión Boeing. Su cabeza ahora está cubierta de canas, le faltan los cuatro dientes frontales superiores. Sentado en un café porteño, saca de su mochila negra recortes de diarios, fotos, panfletos que repartieron los vecinos cuando aún estaba preso, y un plano que diseñó en su celda que detalla la escena del crimen por el que lo acusaron injustamente.

¿Cuál fue tu reacción cuando te acusaron de matar a Nuñez?

Lamentablemente lo que me pasó no me sorprendió, porque yo se los niveles de corrupción de la policía, lo vemos. Y es muy desesperante que no te sorprenda. Yo sabía que iba a ser muy difícil torcerle el brazo al sistema. Y si hay algo que nosotros teníamos bien en claro, que lo tuvo en claro Susana, mi esposa, es que teníamos que salir a la calle. 

¿No confiabas en que la Justicia probara tu inocencia en ese momento?

Como sabemos, en el sistema en el que estamos, la única manera era convocar a los medios, llamar la atención, volantear, presionar, defender mi buen nombre y honor. Porque si yo hubiese sido un delincuente no hubiera tenido 200 personas en un juicio.
Por suerte la solidaridad con mi familia fue muy grande. A mí me saca la gente. Yo tuve voz, hay mucha gente que no la tiene.

¿Por qué creés que fuiste víctima de una causa armada?

Portación de rostro, portación de vestimenta. Conmigo se confundieron. Pensaron: “Este negrito anda con un equipo de gimnasia, bucito blanco”, y me preguntaban (la policía): “¿Vas a trabajar a aeroparque? ¿Por qué andás vestido así?” Porque en la zona de Monte Chingolo roban a cada rato y, si me robaban, las pérdidas eran mínimas. Me ponía lo peor.

Alejandro Bordón fue detenido la mañana del 5 de octubre de 2010 en Monte Chingolo, partido de Lanús. Por ese tiempo una ola de inseguridad había alertado a los choferes de colectivos de esa zona, y decidieron hacer un paro por 24 horas. Esa madrugada a las 4.30 se produjo el asesinato de Juan Alberto Nuñez, un chofer de la línea 524 que se dirigía a buscar su unidad para comenzar el recorrido.  Diez minutos más tarde Bordón tomó el colectivo en dirección al centro de Lanús, para luego tomar una combi hasta Aeroparque, donde trabajaba desde hacía ocho años en una empresa de catering.  Un policía vestido de civil, subió al colectivo y le apuntó con un arma. “Qué le hiciste al chofer, qué le hiciste al chofer?” le repetía mientras lo obligaba a arrodillarse y le daba culatazos en la cara.  “No sabía de que se trataba, no sabía porque me pegaba- dice Bordón – me entero que es policía cuando habla al 911.” Se trataba de David Alberto Quijano, quien se desempeñaba en la DDI de Campana, y vivía a seis cuadras de la casa de Alejandro Bordón. “El paro de colectivos paralizó Buenos Aires- comenta el trabajador gastronómico- Tuvo que salir Scioli con los botones anti pánico”. También recuerda que el Ministro de Justicia y Seguridad Bonaerense, Ricardo Casal, declaró para aplacar el descontento social que ya habían detenido al culpable, y que se trataba de un crimen pasional. “Necesitaban uno sí o sí.”, reflexionó Bordón.

El maltrato que sufriste por parte de la policía, ¿de qué forma te afectó?

Las heridas que te quedan son las del alma. Yo he cobrado en la comisaría. Cuando llegué a Sierra Chica el Servicio Penitenciario me dio la bienvenida con una paliza. Las cicatrices  físicas que me quedaron pasan, los dientes me los voy a arreglar. Antes no tenía el pelo tan blanco. El otro trauma son las privaciones que sufrí, me manejaban la vida con la presunción de que era culpable. Pero lo que más me marcó, lo que más  me pone mal, es acordarme de ver llorar a la gente que me quiere. De verlo a mi hijo en Sierra Chica, y al más chico que trataba de no verme. De verlo a mi papá secándose las lágrimas como una criatura. Verla a mi mujer, y ver la mirada triste.

¿Vas a hacer algo para que se haga Justicia con tu caso?

A mí en la cárcel me dijeron que cuando saliera me quedara tranquilo. Pero  sería defraudar a toda la gente que luchó por mí. Porque esto me pasó mí, pero si esto le pasa a mi hijo yo me muero. La plata no me interesa, sé que me merezco un resarcimiento, por lo menos por lo q sufrió mi familia.

¿Estar en prisión te cambió tu forma de ver la vida?

La cárcel te cambia en un montón de cosas, ahora vivo más tranquilo. Yo trabajaba mucho y no me daba cuenta de todo lo que tenía. Estaba 17 horas laburando y después estaba muy cansado como para disfrutar a mi familia. Antes me quejaba de viajar 20 minutos para ir a trabajar. Después de la experiencia de haber estado preso, disfruto del viaje, miro, leo.  Es sentir la libertad. No te das cuenta lo que vale hasta que pasás por algo así.



Trabajo en conjunto con Irupé Almude

Causas armadas en Argentina


EL BRAZO TORCIDO DE LA JUSTICIA 

“Te voy a poner dos sueros así te morís bien despacito hijo de puta”. Esas fueron las primeras palabras que escuchó Fernando Carrera cuando despertó en el Hospital Pena de Parque Patricios. Además, tenía ocho tiros en el cuerpo, y una causa abierta por “homicidio agravado en tres oportunidades”. Según el relato de los oficiales de la Comisaría 34, el acusado era sospechoso de robarle 750 pesos a un integrante del Ejército. La noticia trascendió en los medios como “La masacre de Pompeya”, y Carrera fue condenado a 30 años de prisión por el Tribunal Nº 14 en 2007. Luego de siete años y medio de cumplir la sentencia en las cárceles de Devoto y Marcos Paz, un fallo de la Corte Suprema lo declaró con falta de mérito y mandó a revisar su caso. 

Pero Fernando Carrera no es el primer caso de causas armadas por la policía. Alejandro Bordón estuvo preso por un año y medio, acusado de asesinar a un chofer de la línea de colectivos 524, en el partido de Lanús.  La única prueba que vinculaba a Bordón con el crimen era que ese día tenía puesto un buso blanco, al igual que el sospechoso. Claudio Marcelo Herrera también fue preso injustamente, por matar supuestamente a la dueña de un boliche de Quilmes. Estos son algunos casos que lograron trascender, en parte  por la magnitud de los hechos, pero la lista sigue e incluye también causas menores, por robos de partes automotores y por consumo de drogas.

Según una investigación del programa Justicia Democrática del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) la persona acusada puede estar hasta cinco años detenida sin condena confirmada. La mayoría de las causas armadas quedan disueltas en la etapa del juicio oral por falta de pruebas, y el crimen real no se termina de investigar. Al respecto, el último Informe Anual de la Procuración Penitenciaria de la Nación, realizado en el 2009, muestra que en la Argentina hay 54.537 personas presas dentro del sistema federal. Esto da un promedio de 13.722 presos cada 100 mil habitantes. Sin embargo, dentro del total mencionado el 59% de la población carcelaria se encuentra sin una sentencia firme.  

Lejos quedó en Argentina el cumplimiento del artículo 18 de la Constitución Nacional: “Nadie puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso”. Este es el primer derecho que se viola en nuestro país.  En estos últimos años se ha agregado un nuevo término dentro del proceso penal: “los jueces en el conurbano bonaerense, usan el término de certeza negativa. No hay certeza negativa de que vos no cometiste un ilícito”, explica Walter Brizio, integrante del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ).  Además, añade: “Estamos llegando a que uno tiene que probar su inocencia, contrariamente a lo que dice la Constitución.”


También hay que tener en cuenta el  rol que juega la Policía, cuya función es la de custodiar la seguridad de las personas civiles. El inciso cuatro del artículo primero del Código Procesal Penal de la Nación, indica que las fuerzas de seguridad deben “si hubiera peligro de que cualquier demora comprometa el éxito de la investigación, hacer constar el estado de las personas, de las cosas y de los lugares, mediante inspecciones, planos, fotografías, exámenes técnicos y demás operaciones que aconseje la policía científica”. En el caso Carrera los fiscales llegaron una hora después, cuando Carrera ya estaba en el hospital. Además, en muchos casos los testigos se contradicen en sus testimonios y en algunas ocasiones pueden llegar a ser extorsionados para falsificar sus alegatos.

 El abuso por parte de las fuerzas de seguridad no es novedad, la misma comisaría implicada en el caso Carrera ya había sido protagonista del caso de Ezequiel Demonty, quien en 2002 fue golpeado por efectivos de la 34 y obligado a tirarse al Riachuelo. Al respecto María del Carmen Vardú, fundadora de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional(CORREPI), afirma que la formación de los policías consiste en prepararlos para disparar cuando se le de la orden: “El jefe de los instructores de las fuerzas policiales federales les enseña a llevar el arma en la calle, en condición de disparo inmediato. Es decir, con la bala en recámara, sin seguro y amartillada”.

Vardú dice que, a la hora de aprehender al sospechoso, todos los policías utilizan en sus cargadores una bala de ojiva sólida y una bala de punta hueca o de punta chata, porque de esa manera con la primera atraviesan y con la segunda golpean. “Es la técnica del doble tap, la que es enseñada por los instructores oficiales”, asegura.  El uso de balas de punta hueca estaba prohibido cuando Carrera es detenido. Según la abogada de CORREPI, la razón por la que ocurren estas causas inventadas se relaciona con el puntaje que cada comisaría obtiene por la cantidad de detenciones que realiza en determinado tiempo. Esto le permite cotizar mejor a la hora de designar un nuevo comisario para la evaluación de cada comisaría.


Contratiempos Judiciales

"Cuando la gente dice que la Justicia lenta no es justicia, tiene razón", sentenció el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti en la apertura del año  judicial del 2011. La abogada de Fernando Carrera, Rocío Rodríguez López coincide con esta postura, y agrega que la burocracia judicial entorpece la defensa de los acusados: “Es como si fueran una fábrica automatizada aplicada a las causas- afirma López- el que entra a trabajar ahí termina devorado por la máquina, como la película de Chaplin, Tiempos modernos”. La abogada dice que el actuar negligente de la Justicia no es, en la mayoría de los casos, una “conspiración”, sino que la rutina de papeleo en los tribunales lleva a que se cometan errores constantemente.

La Corte Suprema de Justicia mandó a revisar el expediente de Carrera luego de que la causa les llegara en el 2008. En el fallo consideró que la sala III de la Cámara Federal de Casación Penal “no efectuó una revisión integral, exhaustiva y amplia del fallo condenatorio, y que omitió analizar en forma debida”. López sostiene que el primer derecho que se le violó a su defendido fue el “Derecho a la inocencia”, porque siempre la sospecha operó en su contra. “En el Juicio Oral parte del tribunal, sobre todo el presidente Hugo Cataldi, estuvo en contra de la defensa. Siempre es así y en esta oportunidad era bastante evidente”, denuncia la abogada.

Según la defensora de Carrera, en este caso los jueces fueron pro-Policía, y “la única jueza que creíamos que podía ser un voto a favor, la doctora Ángela Ledesma, se excusó una semana antes de la audiencia”. Ledesma presidía el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP). Esta institución había enviado una nota antes del juicio en la que afirmaba que miraba con preocupación el caso. “Los otros dos jueces ya lo habían condenado antes que empiece el proceso solo por lo que estaba escrito por la policía”, critica López. 

Con respecto al rol del Estado en el caso de los errores cometidos en el ámbito Judicial, el panorama nacional cambia cuando la reforma constitucional de 1994 incorpora a los organismos internacionales al mismo nivel jerárquico que la Carta Magna. La Constitución Nacional histórica no preveía el caso de las causas armadas específicamente. Por ese motivo cobraron relevancia las resoluciones de La Comisión Americana de Derechos Humanos que afirman en el artículo 9, inciso 5 que “toda persona que haya sido ilegalmente detenida o presa, tendrá el derecho efectivo a obtener reparación”. Igualmente, el resarcimiento por los derechos violados es de un monto poco relevante comparado con el daño que sufren los injustamente acusados. Además,  muchos explican  que el tiempo perdido es algo que no puede devolverse. 




Trabajo en conjunto con Irupé Almude

viernes, 30 de noviembre de 2012

Enrique Piñeyro: “"Hay dos formas de hacer plata sin trabajar, siendo piloto o actor"



El director y actor de 56 años habla pausado, piensa antes de contestar, da ejemplos con las manos. En una habitación pintada de rojo oscuro, con un escritorio, cuadros coloridos y un sillón estilo diván, se sienta con las piernas cruzadas. “¿Le diste el menú?”, le pregunta a su asistente. Es que en su productora, Aquafilms, ubicada sobre la calle Cabello en Palermo, el hombre de la mirada entrecerrada explica que una de las “especialidades de la casa” es ofrecer un menú a sus visitantes: moderno, con una oferta que va desde gaseosas hasta sándwiches.

— Hasta 1999 eras piloto en LAPA ¿Cómo es que entra el cine en escena?
El cine es una actividad sucedánea de momento que no puedo volar, entonces me embarqué en esa. Y sí, es una herramienta narrativa importante, que en ese aspecto me apasiona contar otra cosa, y creo que la herramienta es esa. Hay gente que se apasiona por la herramienta y hay gente que se apasiona por el fin, hay gente que le gusta viajar, y hay gente que le gusta volar aviones en los cuales viaja otra gente.  A mí me gustaba la herramienta del vuelo, para otra gente es simplemente un medio para ir de un lado a otro, para mí eso era el fin. Cuando dejé mi trabajo como piloto de LAPA mi ingreso al cine fue casi sincrónico, de hecho Garage Olimpo, una película en la que actué, se pre-estrenó un lunes, y el avión se cayó al día siguiente. Siempre me había gustado actuar, eso sí me apasionaba más y después empezó a transformarse en una herramienta narrativa con una potencia bastante particular, que creo que por ahora ningún otro medio tiene.

— ¿En qué área te sentís más satisfecho? ¿Dirigiendo o actuando?
Siempre dije que hay dos formas de ganar plata sin trabajar, una es ser piloto y la otra es ser actor. Porque hacés lo que hacías cuando eras chico, solo que ahora te pagan. Hay gente que trabaja de verdad: a las nueve de la mañana va al banco y vuelve a las seis de la tarde a su casa. Así que por ese lado es más divertido. Además, es lo que estudié, nunca estudié cine. Pero también es cierto que es un trabajo en el que manejo tiempos distintos. Como director, tomo decisiones que van a influir directamente en el desenlace de los hechos, y me refiero a las consecuencias que las películas tengan sobre la realidad, como por ejemplo que Fernando Carrera esté afuera, o que a la Fuerza Aérea le saquen el control de la aviación civil. Cuando filmo un documental me planteo el efecto que eso puede tener sobre la realidad. La ficción, en cambio, apunta más a la concientización o a la reflexión. Un documental tiene mucho más peso específico.

En 2010 Piñeyro dirigió el “Rati Horror Show”, un documental que expuso en la escena pública los abusos por parte de las fuerzas policiales, particularmente con la causa de Fernando Carrera. Si bien afirma que el film fue un “single shot”, una experiencia que no repetiría, las repercusiones que la película trajo para la escena política y social sentó precedentes para futuras investigaciones sobre el armado de causas.

 — Con respecto a ese efecto del cine, ¿cómo ves el rol en la denuncia social en la pantalla grande?
— Hasta ahora la venimos embocando. Impacta. Evidentemente impacta, porque sea con Fuerza Aérea o con el Rati, las consecuencias políticas, sociales y judiciales fueron reales. Porque en realidad Fuerza Área iba a ser los extras de Whisky Romeo Zulú. Me iba a poner una cámara adelante e iba a explicar porqué se cayeron esos dos aviones. Al final, dije “no seamos tan bestias ni tan aburridos, pongamos una animación, un poco de archivo, una camarita oculta”. Pero cuando terminamos todo eso dijimos, “pero estos no son los extras, esto es una película”. En un principio, evaluamos llevarla a la tele, pero nos dimos cuenta lo evanescente que era. Lo mostrás el lunes y el miércoles todo el mundo se olvidó. Entonces, la llevamos al cine y si bien la vio la décima parte de la gente, el peso específico es tremendo, por lo que acontece socialmente, policialmente y judicialmente. Y además, la vida que tiene una peli: sale de las salas, se va a la tele, de la tele se va al dvd, da vuelta, después alguien la piratea en Youtube. En realidad, la subimos nosotros a Internet para que por lo menos tuviera buena calidad.

— ¿Qué significó “El Rati” a nivel profesional y personal?
— En lo personal fue una satisfacción muy grande, una sensación muy rara que no me había pasado nunca. Sobretodo porque fue medio mágica, todo el mundo estaba contento, como con la nevada, no había nadie en desacuerdo con la nevada. Y acá sentía algo muy parecido. Es una sensación diferente porque además, todas las otras películas eran denunciando algo, acá también, pero básicamente era a favor de sacar un inocente de la cárcel.

— ¿Y por qué el caso Carrera y no otro?
—Cruce fortuito de caminos. Básicamente, mi hijo me mostró en Youtube un programa de Nelson Castro en el que se contaba el caso Carrera, y pensé que era otro caso más. Hasta que llama la jueza, y cuando la escuché hablar dije “mamita, ¿esta mina con esta forma de hablar y de pensar va a conceptualizar hechos que no presenció, y de esa abstracción convertirlos en una sentencia judicial?” Y ahí me asusté, me quedé muy impactado con la jueza. Después aparecieron acá dos periodistas, Pablo Galifero y Pedro Tesoriero, que me propusieron un proyecto muy documental tradicional, que no me gusta mucho porque siento que son programas de radio filmados. Y ahí empecé a mirar en profundidad la causa, y me di cuenta que era un delirio.

— Cuando denunciaste lo de LAPA dijiste que te sorprendió que no te hicieran ninguna denuncia desde el gobierno, ¿creés que hoy sería distinto?
— Bueno, fue distinto. Tengo once causas penales. Las gané todas, pero no todas fueron calumnias e injurias: había lavado de dinero, sembrar el pánico en la población, poner en peligro terceros superficiales, y con penas de 20 a 30 años de prisión. Eso fue a partir de discutir por los radares con la Ministra de Seguridad Nilda Garré. Ahí empezó.

— ¿Pensaste en hacer otro documental de otra causa?
— No, esto fue un “single shot”. Es un cartucho que se puede tirar una sola vez, después ya no va a traer impacto. La cuota de investigación y trabajo es, en verdad, la cuota que debería haber suplido el Estado con sus recursos. Ahora haría una comedia, pero voy a hacer un cómic.  Una película épica, pero inspirada en un cómic.

El director del “Rati” es polifacético. Ingresó como piloto de LAPA en 1988, y participó en la investigación del accidente del Vuelo Austral 2553 que se estrelló en Fray Bentos, Uruguay, en 1997. Habiendo denunciado previamente las malas condiciones de las aeronaves y de operación, renunció en 1999 a la empresa. Ese año, el 31 de agosto, se había estrellado el vuelo 3142 de esa misma aerolínea en Aeroparque. En el accidente fallecieron 65 personas, hecho que el director relató y protagonizó en el film Whisky Romeo Zulú (WRZ) en el año 2004. Fuerza Aérea Sociedad Anónima fue el corolario de WRZ, demostrando las irregularidades en el sistema de aviación civil. Además de su rol de director, y de que confiesa no ser un espectador frecuente de cine, participó en varias películas como actor, la última en este año fue  “Dormir al sol”,  del director argentino Alejandro Chomsky.
La experiencia del “Rati” lo llevó a seguir profundizando en el tema de las causas armadas, pero desde otro lugar. Desde octubre de este año se conoció que será el director  de la filial argentina de “The Innocence Project”, una ONG estadounidense destinada a liberar presos por pruebas implantadas.

— ¿Cómo surge participar en “The Innocence Project”?
— El teléfono me empezó a reventar después de la película, me llamaban para contarme que estaban en la misma situación que Carrera. Y yo la verdad no puedo hacer una película por cada uno, pero mientras hacíamos “El Rati” habíamos caído en la cuenta de que existía el Innocence Project. Y entonces, cuando se aquietó un poco la cosa, fuimos para allá y nos contactamos, y empezamos a hacer todo el trabajo de armado para empezar.

— ¿Cuál es el objetivo de empezar acá con el proyecto?
— Los preceptos son liberar al inocente, trabajar con los estudiantes, más específicamente con la formación, para que el día de mañana haya mejores jueces fiscales y abogados. Otra de las acciones es promover legislación tal como reservar la evidencia, revisar evidencia y que la policía se identifique y no se presente de civil.

— Con respecto al proyecto del polo audiovisual impulsado por la presidenta Cristina Kirchner, ¿creés que va a mejorar algo?
— Primero que ya hay polo audiovisual, por lo cual sería una redundancia, “yo también quiero mi polo”. Segundo, el polo es agarrar un lápiz, un mapa, trazar un área y decir “si venís y ponés tu productora acá no vas a pagar ingresos brutos”. O sea que el que tiene una productora, tiene que mudarse, y empata lo que no paga de ingresos. No es que hay todos edificios de productoras y se los dan, no es “Cinecittá”. Y además tienen que rajar a toda la gente que está laburando ahí. Ni siquiera miraron que había, y agarraron el lápiz, dibujaron arriba del mapa y mandaron el polo audiovisual. Nunca entendí qué fue eso de la “reencarnación del gran arquitecto egipcio”, el título que ella misma se adjudicó durante el anuncio del proyecto, no lo entendí. Hay un delirio faraónico explícito ahí.

— ¿Y el tema de las cámaras?
—Las cámaras, que fue la famosa discusión, todavía están en veremos. O sea que alguna trabita había. No es como dijo la presidenta de que me llamaron y me solucionaron el problema. Esto es como el tren bala. Es un delirio, hay gente laburando ahí, y se anoticiaron de esa gente una semana después. Uno ve que hacen tantos anuncios y dice: “¿cuándo laburamos si paseamos tanto?”

— Dijiste que tu verdadera pasión es la aviación, ¿por qué la dejaste de lado?
— No la dejé, me dejó ella a mí. Después del todo despelote de LAPA, nadie más me quiso contratar. No te digo que no los entiendo en un punto. Yo no sé si me contrataría. Pero la verdad es que si a mi no me hacen volar vencido, y no me hacen volar “no go”, con ítems de mantenimiento que no están en condiciones, yo soy una nena. No tengo problemas con nada, ni con nadie.

— ¿Tuviste la oportunidad de pilotear otra vez?
— No. En la película volamos bastante, pero afuera de acá. Para el record.

— ¿Hoy en día que es lo que ocupa tu tiempo?
Básicamente cocinar, poner en orden mi colección de vinos, el fútbol y un poquito de todas esas otras cosas: películas, Innocence Project y proyectos a futuro que todavía no sé bien. Por ahí abro un restaurante.



miércoles, 21 de noviembre de 2012

Mimos en el subte



Entró por la puerta del vagón en la estación Ángel Gallardo. La cara pintada de blanco, un corazón rojo dibujado en el cachete izquierdo y un delineado de ojos importante. Mediodía caluroso. El hombre de remera de cebra y pantalones negros comenzó su show: consistía en mostrar carteles, derruidos por el paso del tiempo, doblados y gastados, como los billetes de dos pesos cuando parece que se están por deshacer. Uno de los carteles decía sonríe. El mimo esperaba la aprobación visual de los pasajeros y pasaba al siguiente cartel, hoy puede ser un gran día. Algunos lo miraban con desconfianza, como si pensaran: haga lo que haga no me voy a reír. Mostró la siguiente inscripción: sonreír hermosea el rostro.
A decir verdad, no hacía ningún tipo de demostración surreal de pantomima, pero que estuviera soportando el enduido en la cara con el fuego que se respiraba, merecía un crédito extra. El siguiente cartel decía: Sí al amor.
Un borracho no paraba de reír mientras el mimo actuaba. Aprisionada en el vagón de la línea B el artista subterráneo me metió por los ojos frases de amor y paz, y aunque el hambre nos devoraba a más de uno en el mediodía porteño, no puedo negar que me puso de buen humor. Llegamos a la estación Carlos Pellegrini.  Lo vi bajar con su maletín negro lleno de esos carteles. Subió unos escalones más arriba que yo en la escalera mecánica y agarró el camino para tomar el subte a Constitución. El personaje caminaba como si fuera uno más, pero no lo era. Todo podía estar en blanco y negro que no me iba a sorprender. Me lo imaginé fumando en una esquina, leyendo un diario de 1920, al lado de un niño llamado Aurelio con tiradores y el tiro del short por el cuello.
Me quedé pensando en qué era lo que ganaba haciendo eso. ¿Por qué querría decir mensajes positivos a una comunidad de pasajeros que lo iba a olvidar rápidamente?  Por el estado de los carteles y porque era un hombre de mediana edad, se notaba que hacia bastante tiempo se dedicaba al mismo espectáculo. Me quedé pensando en las leyendas escritas en esos papeles viejos, y en si yo era la única que recordaba con tanta precisión lo que decían. De repente ya nadie tenía la cara pintada de blanco. La lombriz metálica serpenteaba por los túneles bajo tierra. No había luz.




lunes, 19 de noviembre de 2012

Reflejos de una antigua Berlín



La capital alemana fue ícono del período de la Guerra Fría, era la prueba más tangible de esa fuerte división ideológica entre los bloques occidental-capitalista, liderado por Estados Unidos, y el oriental-comunista, liderado por la Unión Soviética, desde 1945 (el fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el final de la URSS (con la caída del muro en 1989 y el golpe de Estado en 1991). Fue una disputa en todos los campos que nunca tuvo acciones directas. Se limitó a actuar desde ejes de influencia en el contexto internacional y cooperación económica y militar por parte de los aliados de cada bando. Hay algunas diferencias respecto de cuándo comenzó realmente esta guerra ideológica, algunos lo atribuyen a 1917, momento de la revolución bolchevique que veía en el capitalismo la raíz de todos los males. Sin embargo, durante el transcurso de la segunda guerra mundial, las sospechas de que los Estados Unidos planeaban un plan para que Rusia firmara un tratado de paz en su beneficio, minaron las relaciones de los aliados.
En este contexto Berlín vivió un bloqueo de un año, que comenzó en 1948 por parte del Ejército Rojo y tenía como objetivo la rendición de la parte occidental de Berlín. Los aliados para demostrar su fuerza llevaron a cabo el famoso “puente aéreo”, en el que con 900 vuelos por día abastecían con más de nueve mil toneladas por día a los casi dos millones de habitantes de la Berlín occidental. Este golpe se valió de propagandas estadounidenses para demostrar que el bloqueo de la URSS era inútil, y llevó a la impopularidad de la Unión Soviética entre la población de Berlín Occidental, y el posterior levantamiento del bloqueo en 1949.
Yendo un poco más atrás, Alemania, después de 1945 tuvo que adoptar una postura más humilde, distinta al de ese gran imperio que se expandió por toda Europa. La nueva fachada del congreso alemán en Berlín, con vidrios transparentes da cuenta de eso: ahora se sabe lo que pasa adentro. La capital germana hoy es una ciudad cosmopolita, en la que se funden lo viejo y lo nuevo. Aunque, para encontrar ese pasado, uno debe mirar profundamente más allá de las grandes cadenas de hoteles y restaurantes, la  impresionante terminal de trenes y el merchandising, que va desde pins de osos berlineses hasta pasaportes falsos.
La Alemania soviética, si se puede decir así, se encuentra en la zona de los grafitis en las paredes. Casi anecdótico, se extiende un breve tramo del muro de Berlín, en la “East Side Gallery” sobre la Mühlenstraße, en la ribera del río Spree. Diferentes artistas de distintas nacionalidades expresaron ahí lo que significó la separación de occidente con oriente. Se lee una leyenda: Du hast gelernt was freiheit heisst und das vergiss nie mehr. Aprendiste lo que significa la libertad y el nunca olvidar. Solo queda una galería artística como huella de ese muro que recorría 45 kilómetros, y  que supo alejar al fascismo occidental del comunismo oriental.
Resulta emblema y contradicción recorrer Berlín. Las calles no hablan de esa guerra, ni de la fría ni de la caliente, salvo por los museos judíos, o la topografía del terror donde se relata en paneles ploteados lo que fue “la solución” de Hitler.
Se respira silencio, el mismo que se siente ante el monumento al holocausto, situado en la misma manzana de la Puerta de Brandenburgo y al costado de donde alguna vez estuvo el "Reichspraesidentenpalais", residencia de los presidentes de la era de Weimar. Los bloques de hormigón empiezan bajos y separados, a medida que uno empieza a caminar los bloques se hacen más altos, más angostos,  el espacio se achica y  el sol ya no se filtra por las paredes. Uno se siente acorralado.
El chek point Charlie muestra la gran elocuencia simbólica que siempre poseyó Estados Unidos para instalar su forma casi siempre parecida: grandes carteles y una experiencia consumista. De esa antigua Berlín solo queda el cartel que dice en inglés: “You are leaving the American Sector” firmado por la “US Army”. El check point Charlie, “Charlie” por la tercera letra del alfabeto fonético de la OTAN, fue el punto de paso más conocido de los utilizados durante la Guerra Fría. Y era en ese punto, ubicado en la avenida Friederichstrasse, donde se podía conseguir el visado diurno para cruzar a Berlín Este desde ­Berlín Oeste. El panorama hoy desde ese lugar es una mini instalación del capitalismo: un Starbucks, las marcas más importantes de ropa, un Mc´Donalds, varios locales de souvenirs. El mismo spich visual del que se vale el consumismo para decir: acá estoy, y descontextualizar cualquier ciudad, incluso Berlín. ­­­